Esta es una reflexión muy sencilla y breve, pero que es importante. Muchas veces los padres tenemos situaciones no resueltas de nuestra historia como hijos, y quizá de manera inconsciente queremos resolverlas a través de la vida de nuestros niños.
Debemos reconocer que ellos no son una extensión de nosotros como individuos. Erróneamente pretendemos que sea de una forma, que practiquen tal actividad, que estudien la carrera que queremos, etc., y con ello además de cortar con su autenticidad, puede generar una enorme presión sobre ellos, que tarde que temprano les afectará.
Si como persona descubres que tienes conflictos no resueltos, hay que tener el valor de luchar por los sueños o bien, buscar la ayuda necesaria para sanar y liberar a los hijos de una carga que no les corresponde.
Está bien pretender que tengan oportunidades mejores a las que a nosotros nos tocaron, sin embargo, cada persona en este mundo tiene una misión y nuestro deber como padres es darles las herramientas para que la descubran, y que así puedan configurar su personalidad, desarrollen su potencial, y lo más importante, que se conozcan y brillen con su luz.
