Hace
un tiempo, leí en un blog que me encanta ( Chocobuda) un artículo
sobre la visión de la compasión como estrategia contra el bullyng.
No podría estar más de acuerdo.
Muchas
corrientes psicológicas explican la importancia de desarrollar
habilidades sociales y comunicación asertiva, las cuales son
herramientas muy útiles en la solución de conflictos. Sin embargo,
hay que agregar ese ingrediente desde la primera infancia que nos
permite comprender desde lo más profundo de nuestro ser lo que es el
dolor.
Los niños que comprenden el valor de la vida en todas sus expresiones, que aprenden a ser tolerantes con las diferencias y tienen compasión consigo mismos, tienen mayor probabilidad de tener relaciones sociales positivas y solucionan sus conflictos de una forma menos violenta.
Los niños que comprenden el valor de la vida en todas sus expresiones, que aprenden a ser tolerantes con las diferencias y tienen compasión consigo mismos, tienen mayor probabilidad de tener relaciones sociales positivas y solucionan sus conflictos de una forma menos violenta.
Y
eso no se consigue con palabras a manera de sermón. Se consigue
practicándolo nosotros como adultos para ser su ejemplo y por ende,
ellos podrán hacerlo como algo habitual. Es imperante practicar la
compasión que no es sinónimo de lástima en su sentido más
peyorativo. Es saber comprender las emociones o sensaciones de otros
y ser solidarios con ellos, respetándoles y no ser prejuiciosos. Si
tienes hijos, tengan una planta, cuidenla, o sean responsables con
una mascota, proveyendola de cuidados y cariños. No hables chismes
de la gente del barrio, no te insultes cuando te equivocas, no uses
apodos ofensivos, pues ellos repetirán esos patrones.
Saberse
defender no es la única arma contra el bullyng, también existe el
otro lado, el agresor, y en ese caso se dice que no hay mejor
medicina que la prevención, así que si usamos la compasión desde
los primeros años de nuestros hijos estaremos sembrando semillas
para una vida maś armoniosa.