A continuación de sugiero tres pasos sencillos que ayudarán a tus hijos a largo plazo, pues adquirirán una forma más saludable de responder ante los problemas:
1. Ofrece las mismas opciones de solución a todos los involucrados. Aquí hay que cuidar que el padre no se ponga de lado de ninguno. Es cierto que a veces la balanza se inclina hacia un lado en cuanto a responsabilidad, sin embargo, la idea es transmitirles que los padres son imparciales y que confían en que ellos pueden resolver el conflicto.
2. Si el conflicto incluye agresión física y verbal, retirar a ambos de la escena hasta que se tranquilicen. Ya que esto suceda, hay tener una reunión con ellos donde se hablarán por turnos cómo fue que el problema se inició, buscar la reconciliación y aplicar la consecuencia correspondiente. No uses castigos físicos, pues es incongruente que les digas que no deben pegarse cuando tú mismo estás usando este recurso como solución.
3. No fomentes la competición entre hermanos, esto no motiva a nadie, además de que estamos sembrando semillas negativas para la salud emocional de ellos, no es sano que entre hermanos se vean como “enemigos” por la aprobación de sus padres.