1. Anticípate a las situaciones que puedan prevenirse y acuerda con antelación cómo se procederá cuando un límite se sobrepase. Así la norma queda aclarada desde antes, y con la cabeza fría tendrá mayor probabilidad de ser adecuada a la situación, y no tanto por impulso.
2. Por ejemplo: Si al jugar con tus compañeros, les arrojas algo con intención, tendrás que salir del juego y observar cómo se juega correctamente, ¿estás de acuerdo?
3. Cuando un límite sea sobrepasado, no grites, ni amenaces ni des sermone, simplemente cumple la norma que se había establecido, las luchas de poder no son sanas para nadie.
4. Cuando hables con el niño, míralo a los ojos buscando conexión emocional antes que corregir, así tu mensaje será tomado de forma más productiva.
5. Se empático y reconoce tus emociones, “yo también me frustro”, “yo también me desespero”, etc.
6. Explica y da instrucciones cortas y sencillas.
7. Reconoce tus errores cuando te equivoques.
8. Si sientes que tus emociones te están sobrepasando, espera a tranquilizarte, no todo debe ser inmediato y no te quita autoridad.
9. Dedica tiempo exclusivo para tus hijos donde estés completamente concentrado en ellos.
10. Enfócate en las soluciones y no solo en el problema, cuando nos ciclamos en el conflicto, perdemos de vista que el error puede llevar al aprendizaje.