1) Fomenta la convivencia familiar.
Busca tiempo para compartir y jugar con todos los miembros de la familia. Enseña a respetar turnos y fomenta la idea de que más allá de ganar lo importante son los momentos compartidos.
2) Comprende el origen de las peleas entre tus hijos.
Si los padres no dedican el tiempo suficiente para convivir con sus hijos, los niños se empiezan a sentir desconectados y poco valorados, por lo que en algunas ocasiones las peleas entre hermanos son un llamador a la atención. Si es una pelea más fuerte, dile a tus hijos que tomen distancia hasta que estén calmados y puedan jugar sin pelear.
Si se pelean por un objeto, simplemente retira el objeto y di: “Estará disponible nuevamente cuando estén listos para compartirlo”. Sin perder el control ni prejuzgar a ninguno. La reflexión se hace cuando ya todos están calmados.
4) Pasa tiempo especial con cada hijo.
Es hermoso convivir con todos tus hijos pero es necesario también que pases tiempo especial a solas con cada uno de ellos. Esto reforzará de manera positiva su individualidad y podrán percibir que son amados y tomados en cuenta. Esto, a su vez, minimiza la necesidad de competencia entre ellos porque entienden que son aceptados tal cual son.
5) Crea oportunidades para el trabajo en equipo.
En lugar de ponerlos a competir, ponlos a trabajar en el mismo equipo. Tal vez tú y tu esposo/a son un equipo y tus hijos otro. Por ejemplo: mientras unos ponen la mesa, otros sirven los platos de comida.
Y por último pero quizá lo más relevante, no los compares. Cada uno tiene su personalidad y sus propios talentos, por lo que debemos ayudarles a confiar en si mismos sin convertir una relación fraterna en una guerra emocional por la aceptación de sus padres.
Espero que estas pautas te ayuden a crear un ambiente respetuoso en casa.