Mucho se habla de la depresión postparto, sin embargo, existen todavía mitos y confusiones al
respecto. Esto quizá sea un reflejo del tabú hacia las emociones negativas que pueden surgir durante la maternidad, que culturalmente se le relaciona a una fase de realización femenina.
Muchas mujeres esconden sus síntomas por temor a ser enjuiciadas, incluso por mujeres, por experimentar sentimientos contradictorios, pensamientos que provocan angustia, temor o culpa.
Primero que nada hay que comprender la revolución emocional que es normal en la etapa del puerperio. La mujer atraviesa una serie de cambios hormonales, físicos e incluso sociales que según la historia de esa mujer podrán sobrellevarse de una forma saludable. Pero en otros casos, será lo contrario.
Existe un período de adaptación emocional donde es normal cierta sensibilidad, que se le conoce como Baby blues, que es pasajera y breve. Sin embargo, si la tristeza se hace crónica, la mujer no logra vincularse afectivamente con su bebé, y empiezan a manifestarse síntomas ansiosos, pensamientos alterados, e incluso agresividad latente, y dichos síntomas perduran por más de un mes, ya estaremos hablando de un problema más severo que hay que atender.
No todos los casos de depresión post-parto terminan en tragedias, es necesario diferenciarla de la psicosis post-parto, que se presenta en las primeras horas o dentro de las cuatro primeras semanas después de dar a luz y que, en ocasiones, llega a requerir hospitalización urgente, donde la mujer si vive alteraciones de la realidad, conocidas como alucinaciones o ideas delirantes referidas sobre todo al niño, un lenguaje y/o comportamiento desorganizado o catatónico y, en general, una pérdida de contacto con la realidad, que pueden poner en riesgo la vida del bebé o de la madre.
Todas estas alteraciones son más frecuentes cuando la mujer antes de su embarazo ha afrontado crisis emocionales o vitales, ha padecido depresión anteriormente o presenta antecedentes familiares. También en casos de mujeres que han vivido algún tipo de sufrimiento o mal vínculo como hijas, pueden tener mayor probabilidad de sufrir de una depresión post-parto, la cual es más que la representación final de una crisis interna, de un conflicto profundo que requiere apoyo, contención y sobre todo, de herramientas de sanación que le permitan a la madre y su bebé tener un vínculo sano.
Lo importante es la detección temprana, la cual se facilita si le permitimos a la mujer tener un espacio de contención emocional, así como evitar el juicio, pues con él solo provocaremos que la comunicación se cierre. Si detectas que tu o una mujer cercana a ti manifiesta algunas de estas características, lo importante es que acudan a pedir ayuda profesional y brindarle el apoyo necesario.
